domingo, 30 de noviembre de 2014
caminando en círculos por el bosque, buscando el río
flor
viste la flor que crecía
en el tronco de un árbol yaciente
viste sus pétalos manchados
por el triste rocío nocturno
tus ojos, inyectados hasta la raíz
se cayeron en la indiferente flora
fueron penetrados por las espinas
traicioneras de ese paisaje
el último rayo de sol, coincide con tu desintegración
el silencio te conecta con lo más profundo de tu mente
el vestíbulo plateado, las cortinas chorreantes de
luz ferviente
olés el líquido que en algún momento usabas
para limpiar las baldosas del comedor
quedaban blancas, hasta te diría relucientes
pero la verdad es que nunca fuiste capaz de limpiarlas a fondo
ahora te estás desangrando a través de tus fosas nasales
a la mañana, cuando sale el sol
recostado sobre las raíces, la espalda incómoda
la convulsión que bloquea las calles
y arruina las obras de mis amigas las hormigas,
creo que te pertenece
podrías fallecer en paz
pero sin molestar a las honestas trabajadoras del bosque
carcomedoras de tu piel
su plato favorito es ése
en tanto comensales han sido invitadas a la cena que la vida,
con enorme esfuerzo, ha sido capaz de entregarles
luz inyectada a través de tus poros
siento una incomodidad en las sienes
cada vez que te observo
paseando plácidamente por el bosque
no coincide con las cualidades de justicia y de razón
que le atribuyo a las cosas
la organicidad de tus movimientos
no se corresponde
con ninguna otra cosa del mundo
es algo antinatural que sucede
sin explicación alguna,
y su solución es nada
dando vueltas con desazón las ramas de los árboles
a medida que oscurece, vas quedando
con la boca abierta, esperando que el polen
aterrice, mudado discretamente en néctar
tus uñas que en la tierra se han mezclado en las raíces
de los árboles, hacen movimientos circulares
con el fin de desprenderse
es de vos que quieren desprenderse
y al final lo hacen, llevándose consigo
la carne que les correspondió siempre
atragantado de agua nadando en un manantial
la sensación de tu cuerpo es de satisfacción
y es que tu mente ya no lo gobierna
sus partes han sido inspeccionadas debidamente;
enviadas a las zonas a las cuales pertenecen
no te aflijas, que aún te queda el recuerdo de la posesión
evanesciéndose onduladamente,
a la luz de rayos que refractan
en el dulce agua del río
habitando la flor que busca un sustento en tu vientre desanimado
con los ojos todavía hinchados por la inquietud
miro el paisaje y me llena de una sensación
de inocencia superabundante
ahora puedo escuchar al hombre
en las tinieblas de su melancólico ataúd
ahora puedo ver su cuerpo vendado
sentir su piel envuelta en pétalos de flor;
y entretanto su vientre se desespera
más rápidamente de lo que yo puedo cuidarlo
mirando tan sólo estrellas que suelen tardar en verse
te alimentás con frutos de árboles silvestres
esperás así calmar tu mal
pero éste fue engendrado por tu propia inoperancia
ahora tu cuerpo quedó a medio camino
del bosque y de los pastos
pero sufrirá más todavía
el que no haya salido aún
a nado abierto del río
una mariposa hermosa, del mismo color de los girasoles
se posa en tus nudillos de forma ingenua
vuela a tu estómago, acaricia lo que queda
de tus entrañas expuestas;
nos destina minutos
de una tregua que no durará
sábado, 1 de noviembre de 2014
Covarrubia
pude
descubrir
la esencia
de
esa llama desgastada
que se
trasluce
de forma osada
sobre
el borde de la
acequia
como una
esfera
levantada
como un grito en el monte
como un
cuerno en el río
en el
córner de una cancha de tenis.
chillando,
como
una mancha
gris
nube
de covarrubia que
ahí
velaba
por
una ventana del colegio de monjas
la
gema que en uno de tantos
puños
de árboles del cráter volcánico
brilla,
rojiza, como un cetro
nube
de covarrubia que
ahí
velaba
por
su propio cuerpo desierto
comportándose
con un capricho
con
una veleidad que te aterra
con
el ánimo voluble de los aires
y
sino, su inocencia
claramente
te atormenta
con
una contradicción
que
respira esfuerzo
con
una entereza que se resiste
al
frío agudo de las montañas.
ahí
es que su
llama se
deja
ver
arder,
como
por un minuto.
ese minuto
–en el que se te
paraliza
el corazón
y hay
tinieblas que se llevan
todo tipo de certeza.
ahí
es que su llama se
deja ver
arder,
como
por un minuto.
ese
minuto
–en el
que se juntan los rencores en los márgenes
de
las casas de los pueblos;
en las fauces de esa ciénaga
que
se traga a covarrubia,
nube que elevada
en el smog
de
las fábricas del norte
velaba por
los sueños hasta desaparecer ella toda
y
que en un renuncio descompuesto
quedaba
boquiabierta
como
un chico entre los desperdicios aéreos
y
las aves de mar que la miraban pasar,
atolondradas.
miércoles, 23 de octubre de 2013
lunes, 7 de octubre de 2013
martes, 1 de octubre de 2013
violenta proximidad del fenómeno
esto da una idea de masa en movimiento
que se superpone al plano;
un cuerpo que se repliega
de manera torpe, o que se deforma.
mi extraño perro la mira
cuando desciende, en pequeñas gotas de
grasa; y respira, o intenta reptar
por las baldosas blancas del comedor.
mi perro se vuelve loco
quiere matarla, se le aproxima;
pero hay algo en ello que lo paraliza.
esto da una idea de masa en movimiento
que se superpone al plano;
un cuerpo que se repliega
de manera torpe, o que se deforma.
mi extraño perro la mira
cuando desciende, en pequeñas gotas de
grasa; y respira, o intenta reptar
por las baldosas blancas del comedor.
mi perro se vuelve loco
quiere matarla, se le aproxima;
pero hay algo en ello que lo paraliza.
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